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Temporadas



El viernes estuve compartiendo con el encuentro de mujeres Perlas del Creador la charla "Temporadas" y comencé preguntándoles si ellas se han tomado el tiempo de reconocer en qué temporada de su vida se encuentran, casi todas o creo que todas dijeron que no. Es que vivimos pero no sabemos ni en que momentos nos encontramos y eso es un error que cometemos porque vivimos sin las herramientas, sin el equipaje y sin los recursos necesarios para atravesar esa temporada de nuestra vida.




Yo me coloqué un abrigo para ofrecer la charla, todas me miraron pensando que estaba loca por el calor que hacía. Ciertamente, no hace sentido colocarse un abrigo en esta temporada de verano, y así ocurre con nuestro llamado: ¿lo que cargas contigo es apropiado para ir al llamado que te ha hecho Dios? ¿tienes puesto lo que Dios te ha entregado o te has colocado lo que tú has querido? Para recorrer las temporadas de nuestra vida, tenemos que conocerlas y ubicarnos en la que nos encontramos para tomar acciones sabias.

Invierno Espiritual: tiene los días más cortos, es una temporada fría y donde las personas prefieren estar dentro de sus casas. Los agricultores entienden que esta no es una época de sembrar sino de planificar qué se va a plantar en la próxima estación. En esta estación sentimos incomodidad, que no hay nada para plantar ni frutos que recoger. Es la etapa en la que Dios mata todo aquello que podría afectar la cosecha de la próxima temporada. Es un tiempo para evaluar, planificar y preparar. Es el momento de abandonar todo lo que pudiera detener nuestro llamado. En esta estación Dios comienza a iluminar nuestro entendimiento. Efesios 1:18: “Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”. Pudiéramos sentir que estamos en el desierto, pero en ese desierto si estamos atentas, Dios hablará a nuestro corazón (Oseas 2:14). En esta temporada debemos reflexionar y meditar sobre estas preguntas:

¿Quién eres Señor?

¿Qué deseas que haga?


Primavera Espiritual: Un tiempo para atender el llamado. En esta se marca la transición entre el invierno y el verano. Es la temporada de plantar y poner en práctica lo aprendido durante la experiencia invernal. En la temporada del invierno escuchamos a Dios en el silencio que hicimos y en la primavera comienza a crecer una nueva confianza en el Dios del llamado. Se renueva nuestra fe en la capacidad de Dios de cumplir su llamado a través de nosotras. Debemos estar atentas a las nuevas conexiones, mentores y relaciones que Dios nos envíe porque serán parte de esta temporada para cumplir con el llamado. Nacerá un nuevo deseo de descubrir la plenitud de nuestro llamado, meta o sueño.

¿He sido indiferente al propósito y llamado de Dios en mi vida?

¿Qué cambios debo realizar para salir de la indiferencia?


Verano Espiritual: época de regar lo plantado durante la primavera, es una estación peligrosa por el calor natural y espiritual. Es un tiempo de crecimiento y tranquilidad, de equilibrar nuestra vida, de sabiduría y revelación. Durante esta temporada llegamos a conocer y comprender algunas características, requisitos y especificaciones del llamado (Timoteo 1:12: “Yo sé a quién he creído y estoy seguro”). Este es el tiempo de una relación más íntima con Dios y que irá creciendo a través de la oración, la alabanza y la palabra. Tendremos confianza en lo que Dios nos envió a hacer y en su propósito.

¿Estoy creciendo en mi relación con Jesús?

¿Cómo describiría mi nivel de confianza en el llamado o tarea que se me ha entregado?


Otoño Espiritual: tiempo de cosecha y satisfacción. Si hemos asumido las temporadas anteriores de la forma correcta, esta será una de cosecha. Veremos los resultados de nuestro arduo trabajo. Es el tiempo de cosechar y almacenar para el invierno. Es una estación de expectativa, de madurez, de celebrar, de dar gracias a Dios, de sentirnos más seguras, hay recompensa para las que cumplimos el plan de Dios. Dios tiene un llamado para cada una de nosotras y solo cuando actuamos en el tiempo idóneo de Dios, somos capacitadas para llegar a ver materializado nuestro llamado.




Del desierto pasarás a florecer.

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Bendiciones,

Verónica


Del libro: La unción de Débora

Michelle McClain-Walters

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